miércoles, 8 de octubre de 2008

HIMNOS A LA NOCHE



II

¿Ha de volver siempre la mañana? ¿No tendrá nunca fin el poder de la tierra? Siniestra agitación devora el vuelo celestial de la noche que se acerca. ¿No va a arder para siempre la ofrenda secreta del amor? Los días de la luz están contados; pero fuera del tiempo y del espacio está el imperio de la noche. El sueño dura eternamente. Sagrado sueño — no escatimes la felicidad a los que en esta jornada terrena se consagran a la noche. Sólo los insensatos te ignoran y no conocen otro sueño que el de la sombra que tú, compasiva, arrojas sobre nosotros en el crepúsculo de la noche verdadera. Ellos no te sienten en el dorado mosto de las uvas — ni en el aceite milagroso del almendro, ni en la parda savia de la amapola. No saben que eres tú la que envuelve los pechos de la tierna muchacha y convierte su regazo en un edén — no sospechan siquiera que tú, desde antiguas historias, sales a nuestro encuentro abriéndonos las puertas del cielo, trayendo la llave de las moradas de los bienaventurados, silenciosa mensajera de infinitos misterios.

Novalis (Friedrich von Hardenberg)

(1772-1801)

Traducción de Rodolfo Hässler

Foto: www.poeta_gotico.kit.net

LLEGADA DE UN JAGUAR A LA TRANQUERA



Está el hombre presente.
El filo de la medianoche.
La tormenta de la ex-tormenta.
El cazador al viento.

Lo inmediato ni aparece ni desaparece,
está desnudo en medio del contraamparo,
la no-guardia de lo imperfecto.
y el canto del azul zorzal.

La lluvia es agua de oro en lo inmediato del corazón,
el cosmos es el ensayo primero y sangrante de lo infinito.

La sangre lava el azul imperfecto de la Tierra, y vuelve
todo a la morada de la alegría;

¿Me disculparé ante el tigre por este “ensayo filosófico”?

La noche me ha colocado en un castillo en medio del palmar de Dios.
El alba es el encantamiento popular del planeta.
Buenas albas, dolor.

Francisco Madariaga
De Llegada de una jaguar a la tranquera, 1980
En La poesía del cincuenta (Selección de Daniel Freidenberg)
Buenos Aires, CEAL, 1981

LA DICHA



Esto es lo que cae: agua helada
en las manos; lo que das lo recibo
con un espasmo.
Fría, más que helada,
es el agua. Cae de a poco.
Esto es lo que doy:
mi necesidad arde
como una rosa en sereno.
Fríos son el rocío
y el espasmo del tallo.
Hoy será más leve la caída de esa gota
hasta que el sol levante.
Esto es lo que das: ansia de arder,
el agua helada.

Irene Gruss
La dicha - Bajo la luna 2004

EL TEATRO DE LA TRISTEZA


Duelo imposible, balbuceo, efervescencia amorosa y criminal, una saga lírica regida por un voluntarioso desamparo: la melancolía también es una estética, y la sensibilidad gótica finisecular (la nuestra) acaso sea uno de sus nombres. Detrás, como antecedente, habría que enumerar lo que otros llamaron el Bizancio anglofrancés del siglo XIX, la literatura charrogne y ese culto de la belleza manchada, emparentada con la desdicha, que popularizó Baudelaire en El pintor de la vida moderna.
Hay una vida afectiva del verbo donde éste se decanta, pasando del sonido natural al puro sonido del sentimiento. Para este verbo, el lenguaje no es más que un estado intermedio en el ciclo de su transformación, describe el trayecto que va del sonido a la música, descomponiéndose con la lentitud de los cortejos. En este verbo, hablan la melancolía y los poemas. A la manera de una enfermedad fatal, corrompen la lengua para amplificar lo eterno de lo efímero, lo ilusorio de lo verdadero. La estética es errática. No se buscan esencias, sino monogramas que cifren misterios, alguna traición, una voluptuosidad inútil, un gabinete fantástico donde un niño pueda perderse bajo la mirada de Novalis. En este verbo, el torpor se trastoca en audacia, lo banal en contemplación de lo banal, la proclamación en cosa rota. En este verbo, la tristeza se fragua a sí misma para salvarse.
María Negroni
El teatro ejemplar de la Tristeza
(Fragmento)

LA MORADA IMPOSIBLE



la gran serpiente abrazada al mundo
duerme también tú duermes
yo duermo puros de sonido
sonreímos contra la desesperada y sola
entre las flores no(puedes) no (no puedes) y del día
llueve sombra amanecida tiemblas de
muerte anterior a la muerte
duermo extraña al mapa de los mares aquí leo
tu sueño aquí ya no leo
tu risa lobo idioma blanco yo descifro
no (no puedes no)y ahora
cae la gota (bebe amo)
con todo un cielo de apretada locura

Susana Thénon

La morada imposible, Tomo I
Buenos Aires, Corregidor, 2001