domingo, 20 de diciembre de 2009

HOMENAJE A ANTONIO MACHADO


Respondiendo a la convocatoria de Eastriver, en homenaje a
Antonio Machado, elegimos este poema:



NOCHE DE VERANO


Es una hermosa noche de verano.

Tienen las altas casas

abiertos los balcones

del viejo pueblo a la anchurosa plaza.

En el amplio rectángulo desierto,

bancos de piedra, evónimos y acacias

simétricos dibujan sus negras sombras

en la arena blanca.

En el cenit, la luna, y en la torre,

la esfera del reloj iluminada.

Yo en este viejo pueblo paseando

solo, como un fantasma.


Antonio Machado


Foto: Noche de Verano:http://www.fotolog.com.ar/leo01ar

jueves, 17 de diciembre de 2009

INTERTEXTUALIDAD EN NOCHE OSCURA


Noche oscura
San Juan de la Cruz (1542- 1591)

Canciones del alma que se goza de haber
llegado al alto estado de la perfección,
que es la unión con Dios, por el camino
de la negación espiritual.

1. En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

2. A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

3. En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5. ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada:
oh noche que juntaste
Amado con Amada.
Amada en el Amado transformada!

6. En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

8. Quedéme, y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.




Noche Oscura
María Julia De Ruschi (Buenos Aires 1951)


1. Verdadero miedo
al cruzar en puntas de pie el dormitorio
el bulto hostil de tu cuerpo
en la cama
enteramente cubierto
2. el silencio después de la amenaza
no saber huir
no saber quedarse
no saber responder
sobre todo
en la garganta el grito
crece en el espacio y en el tiempo
el espacio y el tiempo se hunden
y así pasan años, muchos años
3. no sé como
la penumbra se vuelve más y más
y vuelvo hacia atrás
un perdón y una promesa
una cadena interminable
de lo mismo
alrededor de mi cuello
en mi sangre, en mi voluntad
4. ciega, un grito ciego
paralizado
de pronto se subleva
se multiplica
me come con su cáncer
cruje una puerta, una canilla
gotea absurdamente
los instantes no pasan
nada divide
la realidad del engaño
la verdad de la mentira
me tiemblan las manos
mi mente no logra rehacerse
rehacer la lógica de ese bulto aterrador
que estalla inexplicablemente contra
mi vida
mientras espero la luz en algún rincón de la ilusión
de la dicha
5. y es tu espalda
la que afrenta
mi pequeña, mi insistente, mi paciente
esperanza
6. y la boca
que el insulto deforma
y los ojos
que la locura desfonda
y el espanto
que oscurece el cuarto
estremecido por los latidos de mi corazón
7. cuando distingo en la penumbra
la línea que divide
la vida de la muerte

Ver análisis en Meridiana

Notas biográficas

San Juan de la Cruz

Juan de Yepes, que era el nombre y apellido “civil” de San Juan de la Cruz, vino al mundo en Fontiveros (Ávila) el año 1542. En 1563 ingresa en los Carmelitas de Medina con el nombre de Juan de Santo Mathia. En 1567 se ordena sacerdote en Salamanca. Santa Teresa que ha conocido a Juan en Medina, le impulsa a reformar la Orden Carmelita, entre los varones, tal como ella dedicaba su tarea a las monjas.
Funda en Duruelo un convento de Carmelitas reformados o “descalzos”. Dirige a los novicios en Pastrana y es nombrado rector del colegio de los Descalzos de Alcalá (1571). Las relaciones entre “Calzados” y “Descalzos” hasta entonces amistosas, se agriaron y terminaron con el secuestro violento de Juan, que permaneció de diciembre de 1577 a agosto de 1578 en la prisión conventual de los Carmelitas Calzados de Toledo, en una pequeña habitación sin luz, sometido a vejaciones y maltrato. Juan de la Cruz huye de forma espectacular de su cárcel, tras preparar su fuga. Cae enfermo en La Peñuela (Jaén) de unas calenturas sin remedio que lo llevan a la muerte a las 12 de la noche del 13 al 14 de Diciembre de 1591 con 49 años de edad.
Era un hombre de pequeña estatura, pero de entereza y temple del alma como pocos. Su muerte fue tan ejemplar como su vida. Durante su cautiverio le dieron la peor celda y lo hicieron objeto de vejaciones. Los inexpertos médicos de entonces le descarnaron una pierna a causa de la inflamación hasta el hueso. Todo lo soportó con resignación ejemplar. (San Juan de la Cruz – poesía completa – edición Fontana)


María Julia De Ruschi

Nació en Buenos Aires en 1951. Tiene 3 hijos. Ha publicado varios libros, entre ellos: Polvo que une (1975), Artemis cantando, Artemis (1982) y La mujer vacilante (2003). Tradujo a Sylvia Plath (1988) y a Mario Luzi (2002). Formó parte del comité de redacción Ultimo Reino. Ha colaborado en prestigiosas publicaciones literarias del país y del exterior: La opinión cultural, Megafón, último reino, Hablar de poesía, Zona franca, Eco, Vuelta, Cuadernos Hispanoamericanos, Escandalar entre otras. (Salir de Egipto- M.Julia De Ruschi- ed. Bajo la Luna)
Nos dice Leonor Silvestri al respecto:
“El libro de De Ruschi debe ser leído a partir de sus paratextos, lugar donde el poemario comienza realmente. Una cita del Antiguo Testamento es el origen del título: “Con mano fuerte nos sacó Yahvé de Egipto, de la casa de servidumbre.” (Éxodo 13,14). Más aún, la dedicatoria siguiente reafirmará quiénes salen de la casa de la servidumbre (“a quienes en los centros para la Mujer nos ayudan a salir de Egipto”). No es esta la historia de todo pueblo convertido en esclavo, sino sólo una parte, la de mayor número, que funciona, incluso a sus expensas, como pilar y sostén”.


Datos recopilados por Vanesa Aldunate

domingo, 22 de noviembre de 2009

2Obras







2Obras Hoja de Arte y Literatura












Se trata de un proyecto autogestionado, una publicación de distribución gratuita, muy sencilla, en blanco y negro, tamaño A4, doble faz.
Al frente la obra literaria y la reproducción de una obra de arte contemporáneo detrás.
La hoja incluye un breve párrafo sobre cada autor para que resulte como puente hacia otras producciones.
Es una hoja mensual coleccionable. La podes encontrar por tu barrio o pedirla por mail a vromano@arnet.com.ar o dosobras@hotmail.com

Direccion: Veronica Romano
http://www.veromano.com.ar/
http://www.2obras.blogspot.com/

sábado, 21 de noviembre de 2009

Hilda Rais


Hilda Rais nació el 7 de mayo de 1951 en Buenos Aires.

Integrante de UFA, Unión Feminista Argentina, 1970-1976; del Grupo Política Sexual, 1973-1974, y del Frente de Lucha por la Mujer, 1975.Miembro de la Comisión Pro Reforma de la Ley de Patria Potestad, 1979-1981Socia fundadora del Lugar de Mujer (1983), integrante de su Colectivo y coordinadora del Grupo de Reflexión sobre Feminismo, 1983-1985.Organizadora y expositora en la Conferencia Internacional Mujer y Política en el Cono Sur (Montevideo, Uruguay, 1983).Coorganizadora del área de literatura de mujeres del X Encuentro Nacional de Mujeres, Buenos Aires, 1996.Integrante del grupo Sudestada (1999-2004), Asociación de Escritoras de Buenos Aires, y coorganizadora del Encuentro Nacional de Escritoras “con esta boca en este mundo”, Buenos Aires, 2000.

Ha participado en congresos, mesas redondas, conferencias, jornadas de lectura y fue jurado en concursos literarios.Creó técnicas específicas para coordinar, en ámbitos institucionales y en forma privada, talleres de escritura para mujeres que no escriben y para la transformación del lenguaje académico en la escritura de mujeres profesionales.
Ha publicado trabajos sobre feminismo y lesbianismo, mujeres y literatura, poemas y artículos en diversas publicaciones nacionales y extranjeras.

Libros publicados:

Diario Colectivo, con María Inés Aldaburu, Inés Cano y Nené Reynoso. Ediciones La Campana, Bs. As., 1982.
Indicios, poemas. Ediciones La Campana, Bs. As., 1984.
Belvedere, poemas, Libros de Tierra Firme, Bs. As., 1990. Reeditado en 1996.
Salirse de Madre, con Alicia Steimberg, Ana Sampaolesi, Angélica Gorodischer, Cristina Escofet, Diana Raznovich, Inés Hercovich, M. Del Carmen Marini, Mirta Botta y Nené Reynoso. Croquiñol Ediciones, Bs. As., 1990.
Locas por la cocina, ficción, con Angélica Gorodischer, Virginia Haurie, Elvira Ibargüen y Ana Samapolesi. Editorial Biblos, Bs. As., 1998.

Premios:
Mención Fundación Steimberg, 19782°
Premio Iniciación de la Secretaría de Cultura de la Nación, 1983.
Faja de Honor en Poesía 1984 de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), 1985.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Robert Desnos Biografía

Poeta francés nacido en Paris en 1900.
En 1919 publicó los primeros poemas en Le fard de argonautes y se reunió con André Breton, Péret, Tzara y Aragon, integrándose en 1920 al grupo surrealista. En 1922 publicó su primer libro, Rrose Sélavy, una colección de aforismos.
Junto con los escritores Louis Aragon y Paul Eluard, Breton y Desnos formarían la vanguardia del surrealismo literario. Mostró sus habilidades literarias jugando con el idioma, y convirtiéndose en un experto de la ''escritura automática" en sus poemas titulados "Oasis" y "Asilo amigo".
Breton, en el Manifiesto del surrealismo, de 1924, destacó a Desnos con una alabanza particular.
Para ganarse la vida ejerció luego como periodista, publicando crónicas sobre películas, música y teatro. Hacia 1929 se alejó del movimiento surrealista en la gran crisis que señaló el segundo manifiesto de André Breton.
Entre 1920 y 1930, publicó más de ocho libros de poesía.
Su incredulidad por el surrealismo así como su relación con los políticos comunistas provocó discrepancias. En 1929, Breton condenó definitivamente a Desnos que se había unido a la revista Documents de Georges Bataille y que fue uno de los que firmaron “Un Cadáver” escrito que atacaba a Breton.
Continuó escribiendo y publicando obras. En la segunda guerra mundial se alistó en el ejército francés, regresó a París y bajo seudónimos como Lucien Gallois y Pierre Andier, Desnos publicó una serie de ensayos que le valieron su reclusión en varios campos de concentración. Desnos fue enviado a Auschwitz primero, y luego transferido a un campo de concentración en Checoslovaquia.
Falleció ocho días después de ser liberado por el ejército ruso en junio de 1945 ya que había contraído fiebre tifoidea. Está enterrado en el Cementerio de Montparnasse

Obras

Rrose Sélavy (1922-1923)
Le pélican
Langage cuit (
1923)
Deuil pour deuil (
1924)
La Liberté ou l'Amour (
1927)
Les Ténèbres (
1927)
Corps et biens (
1930)
Sans cou (
1934)
Fortunes (
1942)
État de veille (
1943)
Le Vin est tiré (
1943)
Contrée (
1944)
Le Bain avec Andromède (
1944)
Chantefables et chantefleurs (
1970), publicación póstuma.
Destinée arbitraire (
1975), publicación póstuma.
Nouvelles-Hébrides et autres textes (
1978), publicación póstuma


Vanesa Aldunate

domingo, 1 de noviembre de 2009

NOCHE OSCURA



Alcestis, 3

verás
ese león estuvo y está
y estará
en el fondo en el magma
en el silencio
al pie del Himalaya
bajo mi cama
¿acaso no deseaba
morir por amor?
¿acaso podía discernir
el amor de la crueldad?
ese león
que tan limpiamente maté
cuya cabeza machaqué
¡hermosa cabeza!
ese león también está vivo y está por ser
muerto otra vez en mi alegría o en un sueño
cuya agua corre por debajo del día
o se desvanece entre las nubes y reaparece en el abrirse
de las flores
madruga el león
en la melena de oro, el olor felino
la mirada carnicera
destellando en su belleza
y yo
machaqué su cabeza
¿para salvarte, hija?
su cabeza sanguinolenta
triste despojo de algo hermoso y feroz
un antiguo terror, un hermoso terror
estará siempre al pie del Himalaya, tenebroso,
sentado como un enorme gato
desafiante
y en el día de mi muerte
bajo mi cama
pero hoy no me interpongo entre su vida y él
sí, hjia,
para que jamás aceptes
la muerte como regalo de bodas
y jamás digas
que no te dejó el Faraón
salir de Egipto


Alcestis, 4

esa luna matutina
que abrió la mañana como un cajón con frutas
esa luna llena en lo alto de los edificios, en el cielo rosado
que abrió la mañana como un viaje por río
dios te salve María llena eres de gracia

mira mi tristeza


Alcestis, 5

Alcestis,
allí, en ese último instante, ¿sentiste la necesidad
de dejar vencer a un mal perfecto, hermoso
que se glorificaba de sí mismo, que poseía
tus huesos, tus besos, tu dolor, hasta la aniquilación?
¿no pudiste oponerle
tu imperfección, el simple riesgo
de amar tu vida?

María Julia De Ruschi, Salir de Egipto, Buenos Aires, bajo la luna, 2007


Lilián Cámera


martes, 29 de septiembre de 2009

Dionisos - Διόνυσος -




1

tiempo fuera de mí
tiempo en que fuera real la máscara
zumbido de mosca
en esa brecha
donde canta un sol muerto
y el río desfallece
porque es aquí
siempre iluminada
la vid en los ojos
que a una y otra orilla devienen
en pequeñas zarzas
Parménides




2

de verdad maestro
he viajado tanto como esa palabra verdad
me acontece en las rodillas
por rituales donde una página
en blanco sosiega fantasmas
estaba dicho que en virtud de bosques
cargarías el morral hasta la entrada y luego
a golpes de orejas sobre cieno algo de tus hombros
mordería apenas el silencio ahora como huérfana desde la A a la Z


3

leve entre la línea de hoy y el ayer
peno por escobas voladoras
el viejo ritual que desherede
la carga del zapato
sobre mi cabeza
ha llegado la tarde
al estanque de Sémele
una dulce oscuridad se ceba en muslos
partido mi dios crepita una agonía luminosa
trae a mis manos secretos de un lugar
donde la muerte esplende
y la vida se oculta en lo callado



4


dame el tiempo de tu tiempo escondido
en alforjas
en los pasos
voy a salir al sol del mediodía
para temblar de frío
viajando bajo la luna cerrada
a cal y canto
por ventanas enmudecidas
por luces fluoradas
para sudar la noche
así es como te ofrendo
la pupila del lobo
sangre batiendo en las colinas
del lenguaje
la grieta entre asesino y presa


5


como un niño a la deriva en impulsos radiales
bajo sandalias tu espejo oculta el toro
sus ingles demudadas en tres pasos
ésta es la fuerza convertida en cenizas
corazón mordido por montañas
Atenea entregará tus restos hurtados a las moscas
de hombre o mujer
nacerá tu nuevo ojo
la sutil pestaña de tu carne
incrustada en nosotros
devenida senda



6

para despertarte Zagreo en ejercicio de tus manos es que voy despierta
cumbres de un nuevo día que se muere en la boca
oculta de mí más que de nadie
en todos presente por ausencia
vacila el vocablo cuando el vino cae
a espalda de abismos su ternura
marca uñas en los árboles
para anidar locura de aguas
caminaré despacio el miedo
©Lilián Cámera


viernes, 4 de septiembre de 2009

Jorge Seferis: obra poética



Memoria I
Y el mar ya no existe.

Yo no tenía más que una flauta de caña en mis manos;
desierta era la noche, en menguante estaba la luna
y la tierra fragante después del aguacero.
Yo murmuraba: la memoria, donde se la toque, duele;
apenas si hay un poco de cielo, el mar ya no existe,
lo que se mata durante el día, por carradas se lo arroja detrás de la colina.

Distraídamente mis dedos jugueteaban con aquella flauta
que me regaló un viejo pastor porque le di las buenas tardes.
Los otros han olvidado ya el saludo;
se despiertan, se afeitan e inician el día de la matanza
así como se poda o como se opera, metódicamente y sin pasión.
El dolor es un cadáver como Patroclo y ya nadie se deja embaucar.

Yo pensé tocar un aria, pero me abochorna el otro mundo,
aquel que me ve más allá de la noche, en el corazón de mi luz,
tramado de cuerpos vivos, de corazones desnudos,
y el amor, que tanto pertenece a las Furias
como al hombre, a la piedra, al agua y a la hierba,
y aun a la bestia que enrostra la muerte asiéndola.

Así avanzaba sobre el sendero oscuro.
Me volví a mi jardín, enterré la flauta de caña
y nuevamente murmuré: un día, al alba,
la resurrección vendrá;
el rocío de esa mañana centelleará como centellean los árboles en la primavera.
Y otra vez será el mar… Y todavía Afrodita surgirá de las olas.
Somos la simiente que perece. Y regresé a mi casa vacía.

(De Diario de a bordo III)

*

Poema XX

Nuevamente en mi pecho vuelve a abrirse la herida
cuando descienden las estrellas y se enmaridan con mi cuerpo,
cuando cae el silencio sobre los pasos de los hombres.
Estas piedras que se desploman en las edades, ¿hasta dónde me arrastrarán?
El mar, el mar, ¿quién lo podrá agotar?
Veo manos haciendo señas al buitre y al halcón cada madrugada.
Ligado a esta roca que se hizo mía por el dolor,
veo también los árboles que respiran el oscuro reposo de los muertos
y las sonrisas, inmutables, de las estatuas.

(De Mitología)

*

Huída

Nuestro amor era esto;
partía, regresaba, nos traía
un párpado entornado, infinitamente lejano,
una sonrisa cuajada, perdida
en la hierba de la mañana;
una caracola extraña que nuestra alma
trataba con fervor de descifrar.

Nuestro amor era esto, marchaba lentamente,
a tientas entre las cosas que nos circundan
a fin de explicar por qué rechazamos la muerte
tan apasionadamente.

Era inútil pretender asirnos a otros talles,
enlazar con pasión otras nucas,
mezclar desesperadamente nuestro hálito
al hálito de otro;
era inútil cerrar los ojos
nuestro amor era esto…
Nada más que el profundo deseo
de hacer un alto en nuestra huída.

(De Cuaderno de Estudio)


(Traducción de Lysandro Z.D. Galtier)

viernes, 21 de agosto de 2009

La Condesa Sangrienta - Alejandra Pizarnik

Castillo Csejthe

Valentine Penrose ha recopilado documentos y relaciones acerca de un personaje real e insólito: la condesa Báthory, asesina de 650 muchachas.

Excelente poeta (su primer libro lleva un fervoroso prefacio de Paul Éluard), no ha separado su don poético de su minuciosa erudición. Sin alterar los datos reales penosamente obtenidos, los ha refundido en una suerte de vasto y hermoso poema en prosa.
La perversión sexual y la demencia de la condesa Báthory son tan evidentes que Valentine Penrose se desentiende de ellas para concentrarse exclusivamente en la belleza convulsiva del personaje.
No es fácil mostrar esta suerte de belleza. Valentine Penrose, sin embargo, lo ha logrado, pues juega admirablemente con los valores estéticos de esta tenebrosa historia. Inscibe el reino subterráneo de Erzébet Báthory en la sala de torturas de su castillo medieval: allí, la siniestra hermosura de las criaturas nocturnas se resume en una
silenciosa de palidez legendaria, de ojos dementes, de cabellos de color suntuoso de los cuervos.
Un conocido filósofo incluye los gritos en la categoría del silencio. Gritos, jadeos, imprecaciones, forman una "sustancia silenciosa", la de este subsuelo es maléfica. Sentada en su trono, la condesa mira torturar y oye gritar. Sus viejas y horribles sirvientas son figuras silenciosas que traen, fuego, cuchillos, agujas, atizadores; que torturan muchachas, que luego las entierran. Como el atizador o los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa.

LA VIRGEN DE HIERRO

...parmi les rires rouges
des lévres luiantes et les gestes
monstrueux des femmes mécaniques.

R. DAUMAL

Había en Nüremberg un famoso autómata llamado la "Virgen de Hierro". La condesa Báthory adquirió una réplica para la sala de torturas de su castillo de Csejthe. Esta dama metálica era del tamaño y del color de la criatura humana. Desnuda, maquillada, enjoyada, con rubios cabellos que llegaban al suelo, un mecanismo permitía que sus labios se abrieran en una sonrisa, que los ojos se movieran. La condesa, sentada en su
trono, contempla. Para que la "Virgen" entre en acción es preciso tocar algunas piedras preciosas de su collar. Responde inmediatamente con horribles sonidos mecánicos y muy lentamente alza los blancos brazos para que se cierren en perfecto abrazo sobre lo que esté cerca de ella --en este caso una muchacha. La autómata la abraza y ya nadie podrá desanudar el cuerpo vivo del cuerpo de hierro, ambos iguales en belleza. De pronto, los senos maquillados de la dama de hierro se abren y aparecen cinco puñales que atraviesan a su viviente compañera de largos cabellos sueltos como los suyos. Ya consumado el sacrificio, se toca otra piedra del collar: los brazos caen, la sonrisa se cierra así como los ojos, y la asesina vuelve a ser la "Virgen" inmóvil en su féretro.


MUERTE POR AGUA


Está parado. Y está parado de
modo tan absoluto y definitivo
como si estuviese sentado.

W. GOMBROWICZ

El camino está nevado, y la sombría dama arrebujada en sus pieles dentro de la carroza se hastía. De repente formula el nombre de alguna muchacha de su séquito. Traen a la nombrada: la condesa la muerde frenética y le clava agujas. Poco después el cortejo abandona en la nieve a una joven herida y continúa viaje. Pero como vuelve a detenerse, la niña herida huye, es perseguida, apresada y reintroducida en la carroza, que prosigue andando aun cuando vuelve a detenerse pues la condesa acaba de pedir agua helada. Ahora la muchacha está desnuda y parada en la nieve. Es de noche. La rodea un círculo de antorchas sostenidas por lacayos impasibles. Vierten el agua sobre su cuerpo y el agua se vuelve hielo. (La condesa contempla desde el interior de la carroza). Hay un leve gesto final de la muchacha por acercarse más a las antorchas, de donde emana el único calor. Le arrojan más agua y ya se queda, para siempre de pie, erguida, muerta.


LA JAULA MORTAL

...Des blessures écarlates et noires écla-
tent dans les chairs superbes.
RIMBAUD
Tapizada con cuchillos y adornada con filosas puntas de acero, su tamaño admite un cuerpo humano; se la risa mediante una polea. La ceremonia de la jaula se despliega así:
La sirvienta Dorkó arrastra por los cabellos a una joven desnuda; la encierra en la jaula; alza la jaula. Aparece la "dama de éstas ruinas", la sonámbula vestida de blanco. lenta y silenciosa se sienta en un escabel situado debajo de la jaula.
Rojo atizador en mano, Dorkó azuza a la prisionera quien, al retroceder -y eh aquí la gracia de la jaula-, se clava por si misma los filosos aceros mientras su sangre mana sobre la mujer pálida que la recibe impasible con los ojos puestos en ningún lado. Cuando se repone de su trance se aleja lentamente. Han habido dos metamorfosis: su vestido blanco , ahora es rojo y donde hubo una muchacha hay un cadáver.

TORTURAS CLÁSICAS

Fruits purs de tout outrage et vierges de gerçures.
Dont la chair lisse et ferme appelait les morsures!

BAUDELAIRE


Salvo algunas inferencias barrocas --tales como la "Virgen de hierro", la muerte por agua o la jaula-- la condesa adhería a un estilo de torturar monótonamente clásicoq ue se podría resumir así: Se escogían varias muchachas altas, bellas y resistentes --su edad oscilaba entre los 12 y los 18 años-- y se las arrastraba a la sala de torturas en donde esperaba, vestida de blanco en su trono, la condesa. Una vez maniatadas, las sirvientas las flagelaban hasta que la piel del cuerpo se desgarraba y las muchachas se transformaban en llagas tumefactas; les aplicaban los atizadores enrojecidos al fuego; les cortaban los dedos con tijeras o cizallas; les punzaban las llagas; les practicaban incisiones con navajas (si la condesa se fatigaba de oír gritos les cosían la boca; si alguna joven se desvanecía demasiado pronto se la auxiliaba haciendo arder entre sus piernas papel embebido en aceite). La sangre manaba como un geiser y el vestido blanco de la dama nocturna se volvía rojo. Y tanto, que debía ir a su aposento y cambiarlo por otro (¿en qué pensaría durante esa breve interrupción?). También los muros y el techo se teñían de rojo.
No siempre la dama permanecía ociosa en tanto los demás se afanaban y trabajaban en torno a ella. A veces colaboraba, y entonces, con gran ímpetu, arrancaba la carne --en los lugares más sensibles-- mediante pequeñas pinzas de plata, hundía agujas, cortaba la piel de entre los dedos, aplicaba a las plantas de los pies cucharas y planchas enrojecidas al fuego, fustigaba (en el curso de un viaje ordenó que mantuvieran de pie a una muchacha que acababa de morir y continuó fustigándola aunque estaba muerta); también hizo morir a varias con agua helada (un invento de su hechicera Darvulia consistía en sumergir a una muchacha en agua fría y dejarla en remojo toda la noche).
En fin, cuando se enfermaba las hacía traer a su lecho y las mordía.
Durante sus crisis eróticas, escapaban de sus labios palabras procaces destinadas a las supliciadas. Imprecaciones soeces y gritos de loba eran sus formas expresivas mientras recorría, enardecida, el tenebroso recinto. Pero nada era más espantoso que su risa. (Resumo: el castillo medieval; la sala de torturas; las tiernas muchachas; las viejas y horrendas sirvientas; la hermosa alucinada riendo desde su maldito éxtasis provocado por el sufrimiento ajeno.)
...sus últimas palabras, antes de deslizarse en el desfallecimiento concluyente, eran: "Más, todavía más, más fuerte!"
No siempre el día era inocente, la noche culpable. Sucedía que jóvenes costureras aportaban, durante las horas diurnas, vestidos para la condesa, y esto era ocasión de numerosas escenas de crueldad. Infaliblemente, Dorkó hallaba defectos en la confección de las prendas y seleccionaba a dos o tres cupables (en ese momento los ojos lóbregos de la condesa se ponían a relucir). Los castigos a las costureritas --y a las jóvenes sirvientas en general-- admitían variantes. Si la condesa estaba en uno de sus excepcionales días de bondad, Dorkó se limitaba a desnudar a las culpables que continuaban trabajando desnudas, bajo la mirada de la condesa, en los aposentos llenos de gatos negros. Las muchachas sobrellevaban con penoso asombro esta condena indolora pues nunca hubieran creído en su posibilidad real. Oscuramente, debían de sentirse terriblemente humilladas pues su desnudez las ingresaba en una suerte de tiempo animal realzado por la presencia "humana" de la condesa perfectamente vestida que las contemplaba. Esta escena me llevó a pensar en la Muerte --la de las viejas alegorías; la protagonista de la Danza de la Muerte. Desnudar es propio de la Muerte. También lo es la incesante contemplación de las criaturas por ella desposeídas. Pero hay más: el desfallecimiento sexual nos obliga a gestos y expresiones del morir (jadeos y estertores como de agonía; lamentos y quejidos arrancados por el paroxismo). Si el acto sexual implica una suerte de muerte, Erzébet Báthory necesitaba de la muerte visible, elemental, grosera, para poder, a su vez, morir de esa muerte figurada que viene a ser el orgasmo. Pero, ¿quién es la Muerte? Es la Dama que asola y agosta cómo y dónde quiere. Sí, y además es una definición posible de la condesa Báthory. Nunca
nadie no quiso de tal modo envejecer, esto es: morir. Por eso, tal vez, representaba y encarnaba a la Muerte. Porque, ¿cómo ha de morir la Muerte? Volvemos a las costureritas y a las sirvientas. Si Erzébet amanecía irascible, no se conformaba con cuadros vivos, sino que: A la que había robado una moneda le pagaba con la misma moneda... enrojecida al fuego, que la niña debía apretar dentro de su mano. A la que había conversado mucho en horas de trabajo, la misma condesa le cosía la boca o, contrariamente, le abría la boca y tiraba hasta que los labios se desgarraban. También empleaba el atizador, con el que quemaba, al azar, mejillas, senos, lenguas... Cuando los castigos eran ejecutados en el aposento de Erzébet, se hacía necesario, por la noche, esparcir grandes cantidades de ceniza en derredor del lecho para que la noble dama atravesara sin dificultad las vastas charcas de sangre.

LA FUERZA DE UN NOMBRE


Et la folie et la froideur erraient sans
but dans la maison.

MILOSZ

El nombre Báthory --en cuya fuerza Erzébeth creía como en la de un extraordinario talismán-- fue ilustre desde los comienzos de Hungría. No es casual que el escudo familiar ostentara los dientes del lobo, pues los Báthory eran crueles, temerarios y lujuriosos. Los numerosos casamientos entre parientes cercanos colaboraron, tal vez, en la apariciónd e enfermedades e inclinaciones hereditarias: epilepsia, gota, lujuria. Es probable que Erzébeth fuera epiléptica ya que le sobrevenían crisis de posesión tan imprevistas como sus terribles dolores de ojos y sus jaquecas (que conjuraba posándose una paloma herida pero viva sobre la frente).

Los parientes de la condesa no demerecían la fama de su linaje. Su tío Istvan, por ejemplo, estaba tan loco que confundía el verano con el invierno, haciéndose arrastrar en trineo por las ardientes arenas que para él eran caminos nevados; o su primo Gábor, cuya pasión incestuosa fue correspondida por su hermana. Pero la más simpática era la célebre tía Klara. Tuvo cuatro maridos (los dos primeros fueron asesinados por ella) y murió de su propia muerte folletinesca: un bajá la capturó en compañía de su amante de turno: el infortunado fue luego asado en una parrilla. En cuanto a ella, fue violada --si se puede emplear este verbo a su respecto-- por toda la guarnición turca. Pero no murió por ello, al contrario, sino porque sus secuestradores --tal vez exhaustos de violarla-- la apuñalaron. Solía recoger a sus amantes por los caminos de Hungría y no le disgustaba arrojarse sobre algún lecho en donde, precísamente, acababa de derribar a una de sus doncellas.
Cuando la condesa llegó a la cuarentena, los Báthory se habían ido apagando y consumiendo por obra de la locura y de las numerosas muertes sucesivas. Se volvieron casi sensatos, perdiendo por ello el interés que suscitaban en Erzébeth. Cabe advertir que, al volverse la suerte contra ella, los Báthory, si bien no la ayudaron, tampoco le reprocharon nada.

UN MARIDO GUERRERO



Cuando el hombre guerrero
me encerraba en sus brazos
era un placer para mí...
Elegía anglo-sajona (s. VIII)

En 1575, a los 15 años de edad, Erzébet se casó con Ferencz Nadasdy, guerrero de extraordinario valor. Este coeur simple nunca se enteró de que la dama que despertaba en él un cierto amor mezclado de temor era un monstruo. Se le allegaba durante las treguas bélicas impregnado del olor de los caballos y de la sangre derramada --aún no habían arraigado las normas de higiene--, lo cual emocionaba activamente a la delicada Erzébet, siempre vestida con ricas telas y perfumada con lujosas esencias.

Un día en que paseaban por los jardines del castillo, Nadasdy vio a una niña desnuda amarrada a un árbol; untada con miel, moscas y hormigas la recorrían y ella sollozaba. La condesa le explicó que la niña estaba expiando el robo de un fruto. Nadasdy rió candorosamente, como si le hubieran contado una broma.
El guerrero no admitía ser importunado con historias que relacionaban a su mujer con mordeduras, agujas, etc. Grave error: ya de recién casada, durante esas crisis cuya fórmula era el secreto de los Báthory, Erzébet pinchaba a sus sirvientas con largas agujas; y cuando, vencida por sus terribles jaquecas, debía quedarse en cama, les mordía los hombros y masticaba los trozos de carne que había podido extraer. Mágicamente, los alaridos de las muchachas le calmaban los dolores.
Pero estos son juegos de niños --o de niñas. Lo cierto es que en vida de su esposo no llegó al crimen.

EL ESPEJO DE LA MELANCOLÍA


¡Todo es espejo!

OCTAVIO PAZ

...vivía delante de su gran espejo sombrío, el famoso espejo cuyo modelo había diseñado ella misma...Tan confortable era que presentaba unos salientes en donde apoyar los brazos de manera de permanecer muchas horas frente a él sin fatigarse. Podemos conjeturar que habiendo creído diseñar un espejo, Erzébet trazó los planos de su morada. Y ahora comprendemos por qué sólo la música más arrebatadoramente triste de su orquesta de gitanos o las riesgosas partidas de caza o el violento perfume de las hierbas mágicas en la cabaña de la hechicera o -sobre todo- los subsuelos anegados de sangre humana, pudieron alumbrar en los ojos de su perfecta cara algo a modo de mirada viviente. Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fríos espejos. Y a propósito de espejos: nunca pudieron aclararse los rumores acerca de la homosexualidad de la condesa, ignorándose si se trataba de una tendencia inconsciente o si, por lo contrario, la aceptó con naturalidad, como un derecho más que le correspondía. En lo esencial, vivió sumida en su ámbito exclusivamente femenino. No hubo sino mujeres en sus
noches de crímenes. Luego, algunos detalles, son obviamente reveladores: por ejemplo, en la sala de torturas, en los momentos de máxima tensión, solía introducir ella misma un cirio ardiente en el sexo de la víctima. También hay testimonios que dicen de una lujuria menos solitaria. Una sirvienta aseguró en el proceso que una aristocrática y misteriosa dama vestida de mancebo visitaba a la condesa. En una ocasión las descubrió juntas, torturando a una muchacha. Pero se ignora si compartían otros placeres que los sádicos.
Continúo con el tema del espejo. Si bien no se trata de explicar a esta siniestra figura, es preciso detenerse en el hecho de que padecía el mal del siglo XVI: la melancolía.
Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa allí, nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido por el yo que sufre por esa incercia. Ëste quisiera liberar al prisionero, oero cualquier tentativa fracasa como hubiera fracasado Teseo si , además de ser él mismo, hubiese sido, también, el Minotauro; matarlo, entonces, habría exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galería de ecos y de espejos que es el alma melancólica. Y más aún: hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio. La cajita de música no es un medio de comparación gratuito. Creo que la melancolía es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De allí que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya "la farsa que todos tenemos que representar". Pero por un instante -sea por una música salvaje, o alguna droga, o el acto sexual en su máxima violencia-, el ritmo lentísimo del melancólico no sólo llega a acordarse con el del mundo externo, sino que lo sobrepasa con una desmesura indeciblemente dichosa; y el yo vibra animado por energías delirantes.
Al melancólico el tiempo se le manifiesta como suspensión del transcurrir -en verdad, hay un transcurrir, pero su lentitud evoca el crecimiento de las uñas de los muertos- que precede y continúa a la violencia fatalmente efímera. Entre dos silencios o dos muertes, la prodigiosa y fugaz velocidad, revestida de variadas formas que van de la inocente ebriedad a las perversiones sexuales y aun al crimen. Y pienso en Erzébet Báthory y en sus noches cuyo ritmo medían los gritos de las adolescentes. El libro que comento en estas notas lleva un retrato de la condesa: la sombría y hermosa dama se parece a la alegoría de la melancolía que muestran los viejos grabados. Quiero recordar, además, que en su época una melancólica significaba una poseída por el demonio.

MAGIA NEGRA


Et qui le soleil pour installer le
royaume de la nuit noire.
ARTAUD

La mayor obsesión de Erzébet había sido siempre alejar a cualquier precio la vejez. Su total adhesión a la magia negra tenía que dar por resultado la intacta y perpetua conservación de su "divino tesoro". Las hierbas mágicas, los ensalmos, los amuletos, y aún los baños de sangre, poseían, para la condesa, una función medicinal: inmovilizar su belleza para que fuera eternamente comme un rêve de pierre. Siempre vivió rodeada de talismanes. En sus años de crimen se resolvió por un talismán único que contenía un viejo y sucio pergamino en donde estaba escrita, con tinta especial, una plegaria destinada a su uso particular. Lo llevaba junto a su corazón, bajo sus lujosos vestidos, y en medio de alguna fiesta lo tocaba subrepticiamente. Traduzco la plegaria:
Isten, ayúdame; y tú también, nube que todo lo puede. Protégeme a mí, Erzébet, y dame una larga vida. Oh nube, estoy en peligro. Envíame noventa gatos, pues tú eres la suprema soberana de los gatos. Ordénales que se reúnan viniendo de todos los lugares donde moran, de las montañas, de las aguas, de los ríos, del agua de los techos y del agua de los océanos. Diles que vengan rápido a morder el corazón de... y también el corazón de... y el de... Que desgarren y muerdan también el corazón de Megyery el Rojo. Y guarda a Erzébet de todo mal.
Los espacios eran para inscribir los nombres de los corazones que habrían de ser mordidos.
Fue en 1604 que Erzébet quedó viuda y que conoció a Darvulia. Este personaje era, exactamente, la hechicera del bosque, la que nos asustaba desde los libros para niños. Viejísima, colérica, siempre rodeada de gatos negros, Darvulia correspondió a la fascinación que ejercía en Erzébet pues en los ojos de la bella encontraba una nueva versión de los poderes maléficos encerrados en los venenos de la selva y la nefasta insensibilidad de la luna. La magia negra de Darvulia se inscribió en el negro silencio de la condesa: la inició en los juegos más crueles; le enseño a mirar morir y el sentido de mirar morir; la animó a buscar la muerte y la sangre en un sentido literal, esto es: a quererlas por sí mismas, sin temor.

BAÑOS DE SANGRE


Si te vas a bañar, Juanilla,
dime a cuáles baños vas.
CANCIONES DE UPSALA

Corría este rumor: desde la llegada de Darvulia, al condesa, para preservar su lozanía, tomaba baños de sangre humana. En efecto, Darvulia, como buena hechicera, creía en los poderes reconstitutivos del "fluido humano". Ponderó las excelencias de la sangre de muchachas --en lo posible vírgenes-- para someter al demonio de la decrepitud y la condesa aceptó este remedio como si se tratara de baños de asiento. De este modo, en la sala de torturas, Dorkó se aplicaba a cortar venas y arterias; la sangre era recogida en vasijas y, cuando las dadoras ya estaban exangües, Dorkó vertía el rojo y tibio líquido sobre el cuerpo de la condesa que esperaba tan tranquila, tan blanca, tan erguida, tan silenciosa.
A pesar de su invariable belleza, el tiempo infligió a Erzébet algunos de los signos vulgares de su transcurrir. Hacia 1610, Darvulia había desaparecido misteriosamente, y Erzébet, que frisaba la cincuentena, se lamentó ante su nueva hechicera de la ineficacia de los baños de sangre. En verdad, más que lamentarse amenazó con matarla si no detenía inmediatamente la propagación de las excecradas señales de la vejez. La hechicera edujo que esa ineficacia era causada por la utilización de sangre plebeya. Aseguró --o auguró-- que, trocando la tonalidad, empleando sangre azul en vez de roja, la vejez se alejaría corrida y avergonzada. Así se inició la caza de hijas de gentilhombres. Para atraerlas, las secuaces de Erzébet argumentaban que la Dama de Csejthe, sola en su desolado castillo, no se resignaba a su soledad. ¿Y cómo abolir la soledad? Llenando los sobríos recintos con niñas de buenas familias a las que, en pago de su alegre compañía, les daría lecciones de buen tono, les enseñaría cómo comportarse exquisitamente en sociedad. Dos semanas después, de las veinticinco "alumnas" que corrieron a aristocratizarse no quedaban sino dos: una murió poco después, exangüe; la otra logró suicidarse.


CASTILLO DE CSEJTHE


Le chemin de rocs est semé de cris
sombres

P.J. JOUVE

Castillo de piedras grises, escasas ventanas, torres cuadradas, laberintos subterráneos, castillo emplazado en la colina de rocas, de hierbas ralas y secas, de bosques con fieras blancas en invierno y oscuras en verano, castillo que Erzébet Báthory amaba por su funesta soledad de muros que ahogaban todo grito.
El aposento de la condesa, frío y mal alumbrado por una lámpara de aceite de jazmín, olía a sangre así como el subsuelo a cadáver. De haberlo querido, hubiera podido realizar su "gran obra" a la luz del día y diezmar muchachas al sol, pero le fascinaban las tinieblas del laberinto que tan bien se acordaban a su terrible erotismo, de nieve y de murallas. Amaba el laberinto, que significa el lugar típico donde tenemos miedo; el viscoso, el inseguro espacio de la desprotección y del extraviarse.
¿Qué hacía de sus días y de sus noches en la soledad de Csejthe? Sabemos algo de sus noches. En cuanto a sus días, la bellísima condesa no se separaba de sus dos viejas sirvientas, dos escapadas de alguna obra de Goya: las sucias, malolientes, increíblemente feas y perversas Dorkó y Jó Ilona. Éstas intentaban divertirla hasta con historias domésticas que ella no entendía, si bien necesitaba de ese continuo y deleznable rumor. Otra manera de matar el tiempo consistía en contemplar sus joyas, mirarse en su famoso espejo y cambiarse quince trajes por día.
Dueña de un gran sentido práctico, se preocupaba de que las prisiones del subsuelo estuvieran siempre bien abastecidas; pensaba en el porvenir de sus hijos --que siempre residieron lejos de ella; administraba sus bienes con inteligencia y se ocupaba, en fin, de todos los pequeños detalles que rigen el orden profano de los días.

MEDIDAS SEVERAS
...la loi, froide par elle-même, ne saurait
être accesible aux passions qui peuvent
légitimer la cruelle action du meurte.

SADE


Durante seis años la condesa asesinó impunemente. En el transcurso de esos años, no habían cesado de correr los más tristes rumores a su respecto. Pero el nombre Báthory, no sólo ilustre sino activamente protegido por los Habsburgo, atemorizaba a los probables denunciadores. Hacia 1610 el rey tenía los más siniestros informes --acompañados de pruebas-- acerca de la condesa. Después de largas vacilaciones, decidió tomar severas medidas. Encargó al poderoso palatino Thurzó que indagara los luctuosos hechos de Csejthe y castigase a la culpable. En compañia de sus hombres armados, Thurzó llegó al castillo sin anunciarse. En el subsuelo, desordenado por la sangrienta ceremonia de la noche anterior, encontró un bello cadáver mutilado y dos niñas en agonía. No es esto todo. Aspiró el olor a cadáver; miró los muros ensangrentados; vió la "Virgen de Hierro", la jaula, los instrumentos de tortura, las vasijas con sangre reseca, las celdas --y en una de ellas a un grupo de muchachas que aguardaban su turno para morir y que le dijeron que después de muchos días de ayuno les habían servido una cierta carne asada que había pertenecido a los hermosos cuerpos de sus compañeras muertas... La condesa, sin negar las acusaciones de Thurzó, declaró que todo aquello era su derecho de mujer noble y de alto rango. A lo que respondió el palatino:... te condeno a prisión perpetua dentro de tu castillo.

Desde su corazón, Thurzó se diría que había que decapitar a la condesa, pero un castigo tan ejemplar hubiese podido sucitar la reprobación no sólo respecto a los Báthory sino a los nobles en general. Mientras tanto, en el aposento de la condesa, fue hallado un cuadernillo cubierto por su letra con los nombres y las señas particulares de sus víctimas que allí sumaban 610...

En cuanto a los secuaces de Erzébet, se los procesó, confesaron hechos increíbles, y murieron en la hoguera. La prisión subía en torno suyo. Se muraron las puertas y las ventanas de su aposento. En una pared fue practicada una ínfima ventanilla por donde poder pasarle los alimentos.

Y cuando todo estuvo terminado erigieron cuatro patíbulos en los ángulos del castillo para señalar que allí vivía una condenada a muerte. Así vivió más de tres años, casi muerta de frío y de hambre. Nunca comprendió por qué la condenaron. El 21 de agosto de 1614, un cronista de la época escribía: Murió hacia el anochecer, abandonada de todos. Ella no sintió miedo, no tembló nunca. Entonces, ninguna compasión ni admiración por ella. Sólo un quedar en suspenso en el exceso del horror, una fascinación por un vestido blanco que se vuelve rojo, por la idea de un absoluto desgarramiento, por la evocación de un silencio constelado de gritos en donde todo es la imagen de una belleza inaceptable. Como Sade en sus escritos, como Gilles de Rais en sus crímenes, la condesa Báthory alcanzó, más alla de todo límite, el último fondo del desenfreno. Ella es una prueba más de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible.

Alejandra Pizarnik



domingo, 5 de julio de 2009

ACORDES DE ESTE TIEMPO

Imagen H. Bosch


Vienen días más duros.
El tiempo postergado hasta nuevo aviso
asoma por el horizonte.
Pronto tendrás que atarte los zapatos
y correr los perros de vuelta a las granjas marismeñas.
Pues las vísceras de los peces
se han enfriado al viento.
Arde pobre la luz de los altramuces.
Tu mirada rastrea la niebla:
el tiempo postergado hasta nuevo aviso
asoma por el horizonte.

Allí se te hunde la amada en la arena,
sube por su cabello ondeante,
le quita la palabra,
le ordena callarse,
le parece mortal
y dispuesta a la despedida
tras cada abrazo.

No mires hacia atrás.
Atate los zapatos.
Corre los perros de vuelta.
Tira los peces al mar.
¡Apaga los altramuces!

Vienen días más duros

Ingeborg Bachmann (El tiempo postergado)
gracias a Antonio Medinilla

viernes, 26 de junio de 2009

invitación: los poetas y el objeto fetiche



se había suspendido por gripe A, tenemos nueva fecha : 24/09/09


La hoja en blanco. Texturas y contexturas. Plumas, tintas y teclados. Obsesiones: la repetición. Consubstanciación con el objeto fetiche: Alfonsina y el mar, Rilke y la rosa, etc. Tentativas de aproximación al objeto.

viernes, 12 de junio de 2009

JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ (1931-2007)

Pequeña Cronología Biográfica

Nace en Tucumán en 1931 asistió a clases de literatura y estudió Derecho.
* 1952 publica "Negada permanencia, la siesta y la naranja"- Poesía.
* 1957 publica “Claridad vencida” su 2º libro de poemas.
* 1961 ingresa en el diario La Prensa. Como periodista era conocido por sus apellidos Hernández Ledesma, y en el diario de los Paz se ocupaba de la información religiosa.
* 1965 aparece su libro de cuentos “El inocente” que recibió Premio Nacional de Narrativa.
* 1966 publica 2 libros de poesía: “Elegía, naturaleza y la garza” y “Otro verano”
* 1969 viaja a los Estados Unidos con la beca Guggenheim.
* 1970 publica su primer novela “La ciudad de los sueños”
* 1977 publica “La favorita”- Cuentos.
* 1992 “La señorita estrellada”- Cuentos.
* 1996 “Así es mamá”-Cuentos.
* 2001 “Desideratum,Obra poética” por Adriana Hidalgo Editora que reúne sus poesías entre 1952 y 2001. Incluye también sus traducciones de los poetas Paul Verlaine, Jean Cassou y Tennesse Williams.
* 2003 publica su libro de ensayos “Escritos IrreBerentes”
Colaboró en el diario La Nación en los últimos años.
Estuvo vinculado a José Bianco secretario de la revista Sur, de Victoria Ocampo y trabó amistad entre otros con Silvina Ocampo, Enrique Pezzoni y Alejandra Pizarnik.
El 21 de Marzo de 2007 muere a causa de una larga lucha contra el cáncer.



CUENTOS




Estos dos cuentos breves de Juan José Hernández no fueron recogidos en libros. Escritos en su ciudad natal, Tucumán, a comienzos de la década del cincuenta, en ambos están latentes algunos temas fundamentales de su posterior obra narrativa: el mundo de la infancia, en el primero de ellos; en el otro, la recreación, con humor punzante, de un aspecto de la vida social provinciana.: el alacraneo





CIGARRILLO A ESCONDIDAS

Quizá llegó con el último bostezo de la siesta, o con el perfume de los naranjos florecidos en la vereda, pero allí estaba el Enano fumando en su pipa de barro cocido. Sonreía y echaba ligeras espirales de humo por sus orejas puntiagudas.El chico se había sentado en la mecedora del patio para ordenar su colección de figuritas Maravillas del Mundo.
Siesta: prohibido hacer ruidos: los mayores duermen.
Debía pues resignarse a juegos silenciosos, como clasificar figuritas, o insectos disecados, llaves antiguas, anillos y amuletos de hueso, o mirar con una lupa el mapa secreto que lo conduciría al cementerio de lo elefantes.
El Enano no se parecía a los del libro de lecturas. Mas bien tenía la cara de su amigo Pablo, que vivía enfrente de su casa y lo acompañaba, a menudo, en sus excursiones a una acequia que corría detrás de un terraplén del ferrocarril. Allí, en una piragua, ambos habían remontado hacía poco un afluente del Amazonas, repleto de caimanes.
El chico vio al Enano que fumaba, y se asustó. Dijo en voz baja, como si rezara: Los enanos viven en el bosque. Hacen sus casas bajo la sombrilla de los grandes hongos. A veces recorren los senderos del bosque montados en ratas amaestradas. Roban carreteles vacíos y lápices de colores. Cuando cumplí cuatro años, comieron el soldado de chocolate que mi tía me había traído de regalo. Los enanos no tienen madre. Aparecen después de una tormenta de verano; duermen de día y por la noche, si hay luna llena, bailan tomados de las manos.¿Por qué el enano fuma sin parar?. El tabaco hace mal, mucho mal. Esta mañana casi vomité cuando Pablo me convidó una pitada. Estábamos solos. Había un paquete de cigarrillos sobre la mesa de luz del dormitorio. Pablo, puede venir alguien y sorprendernos. Se burló porque yo tenía miedo. Los chicos que fuman no crecen. Así dicen. No crecen más. Qué importa, trabajaremos en un parque de diversiones o en un circo. El Enano que fuma por la siesta, como nosotros, Pablo.
Estaba a punto de llorar, pero despertó cuando la gata saltó sobre la mesa y desparramó las figuritas en el piso de baldosas. El Enano despareció. Por un momento, en el aire calcinado de la siesta, quedó flotando un ancho anillo mágico de humo.


BALCÓN A LA CALLE

-Decime, ¿no es aquélla la menor de las Aparicio?
-No, mamá: es la del medio. La menor se casó y vive en Buenos Aires.
-La casaron, querrás decir.
-Pero mamá…
-Es la verdad. La casaron de apuro. Y encima por la iglesia y vestida de blanco. Qué papelón. ¿Así que la del medio?
-Creo que se llama Delia.
-Claro, como su madre, que de joven era una preciosura. Nada que ver con esa especie de lauchita…Allá va la profesora de piano. Francamente, hay que tener coraje. ¿Qué lleva en la capelina.? ¿Margaritas? Si la memoria no me falla, ha de andar por los cincuenta largos.
-No los aparenta.
-Por favor, A la legua se le nota el pelo teñido. Como te de decía, la madre, ¡qué mujer preciosa!. Una sirena. Mi primo Luisito le arrastraba el ala, pero al hablar con ella se desilusionó. Era tartamuda. ¡Qué ganas de comer un helado! Decile a la Rosa que baje a comprarme uno en la granja.
-Hoy es su día franco, mamá.
-Me había olvidado. Ahora ésas tienen unos humos…En mi época sólo salían para la novena. ¿Te he dicho que pienso echarla antes de fin de mes?
-Hacés mal. No te será fácil conseguir otra.
-No me importa. La Rosa es una derrochona. ¡Seis cucharadas de azúcar para endulzar un simple jarro de mate cocido...!. Mirá, mirá quien va por enfrente. ¿No te parece raro?
-No veo qué hay de raro. Es viernes, y Lolita tiene clase en la Alianza.
-Qué raro.
-¿Por qué raro?
-No te hagás la tonta. El sinvergüenza del marido la engaña con su propia sobrina, y ella tan oronda y sonriente.
-Quizá la pobre no sabe nada, mamá.
-¿Cómo que no sabe? ¿Y el anónimo?


Juan José Hernández©

Ver traducción de Verlaine por Juan J. Hernández

Vanesa Aldunate

domingo, 3 de mayo de 2009

El POPOL VUH



Introducción


El Popol Vuh, es la obra literaria más completa entre los mayas. Contiene fragmentos de la cosmogonía, religión, mitología, tradiciones de las emigraciones e historia de los quichés.


Hunahpú y Xbalanqué, los héroes gemelos


Una de las partes que componen el Popol Vuh narra las andanzas de dos pares de gemelos emparentados. Los primeros son hijos de los adivinadores de ceniza, Xpiyacoc y Xmucané, y recibieron los nombres calendáricos Hun Hunahpú (Uno Hunahpú) y Vacub Hunahpú (Siete Hunahpú).
Hun Hunahpú y Vacub Hunahpú eran grandes jugadores que gozaban de los dados y de practicar la pelota en su cancha de piedra con Hun Batz y Hun Chouen, los hijos de Hun Hunahpú. Si bien el juego de pelota está sobre la tierra, es también camino que lleva al mundo subterráneo y sombrío del Xibalbá. Hun Came y Vacub Came (Uno Muerte y Siete Muerte), señores principales del Xibalbá, enfurecieron por el estruendoso ruido que hacían los jugadores de pelota y convocaron a los demonios de la muerte y la enfermedad para decidir como derrotar y dar muerte a los gemelos. Cuatro búhos fueros enviados como mensajeros a la superficie, para invitar a Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú a un juego de pelota en Xibalbá.
El camino a Xibalbá es largo y lleno de pruebas que los gemelos deben sortear: ríos que fluían con grandes corrientes, agudos espinos y un río de sangre. Pasan todas las pruebas y llegan a un lugar donde encuentran una encrucijada con cuatro caminos de cuatro colores diferentes Aquí, los gemelos se equivocan al elegir el negro y allí comienzan sus penurias. Al llegar a Xibalbá saludan a los dioses del inframundo, que en realidad son muñecos de madera vestidos con los ropajes de los señores. Los hombres del Xibalbá reían con ganas, seguros de su triunfo. Ofrecen asiento a HunHunahpú y Vucub Hunahpú en una banca que no es común, sino una laja ardiente.
...y en el banco se quemaron. Se pusieron a dar vueltas en el banco, pero no se aliviaron y si no se hubieran levantado se les habrían quemado las asentaderas. Los del Xibalbá se echaron a reír de nuevo, se morían de la risa.
Como prueba final, los señores del Xibalbá dieron a los gemelos cigarros y ocotes que debían permanecer encendidos sin consumirse durante la noche que habían de pasar en la Casa Obscura. Al amanecer, los dioses de la muerte constataron que los gemelos no habían cumplido su tarea: sus antorchas y cigarros se habían extinguido.
Engañados y derrotados por los señores del Xibalbá, los gemelos fueron sacrificados y se les enterró en el juego de pelota del inframundo. Como prueba de la derrota, los dioses del más allá colocaron la cabeza de Hun Hunahpú en un árbol si frutos. De inmediato el árbol se cubrió de frutos y la cabeza se confundió entre los demás frutos.


El Origen de Hunahpú y Xbalanqué


En el inframundo la doncella Xquic se entera de la existencia de un árbol sin frutos que cuando la cabeza de Hun Hunahpú, uno de los héroes gemelos del Popol Vuh, es colocada en él, este se cubrió de jícaras y Xquic va a verlo. La muchacha se pregunta si será posible cortar algunos frutos y la cabeza de Hun Hunahpú la escucha y contesta diciendo que los frutos no son sino cráneos. Pero la joven pide algunos, sin miedo. Al escupir en su mano, la calavera la preña y le cuenta:
En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia. Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de la carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren espántense los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos, que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un Señor, de un hombre sabio o de un orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del Señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran.
El padre de Xquic nota su embarazo y exige saber quien es el padre. Ella niega haber conocido hombre alguno, pero no convence a su padre, quien decide matarla.
Los búhos mensajeros llevan a la joven hacia el sacrificio pero ella logra ablandarlos y la perdonan. En vez de traer el corazón humeante, regresan con una gran bola de incienso, sangre de los árboles. Al quemar el incienso los señores de la muerte se ensimisman tanto con la fragancia que se olvidaron de los búhos, quienes conducen a la muchacha hasta la superficie de la tierra. Es así como fueron engañados y derrotados por la doncella los señores de Xibalbá.
Al llegar a la casa de Xmucané, madre de los gemelos asesinados, Xquic declara que su nuera, esposa de Hun Hunahpú, pero la mujer la rechaza, pues cree que sus hijos han muerto y no quiere saber nada de la doncella preñada. Sin embargo, la envía a la milpa de Hun Batza y Hun Chouen a traer una red de maíz, a sabiendas de que en el lugar no hay una sola mata de maíz. Ella regresa con la red llena de mazorcas y así prueba ser la esposa de Hun Hunahpú.
Xquic dio a luz a los hermanos gemelos Hunahpú y Xbalanqué, a quienes su abuela no quería, a pesar de ser hijos de Hun Hunahpú –al igual que Hun Batz y Hun Chuen, sus hermanos.
Mientras estos bailaban, ejercían finas artes y música, Hunahpú y Xbalenqué vagabundeaban por los bosques y mataban animales con sus cerbatanas. Los malvados hermanos mayores les arrebataban su caza y sólo les dejaban huesos y sobras.
Un día, los gemelos regresaron con las manos vacías y dijeron a sus hermanos que los pájaros heridos habían quedado trabados en los árboles. Hun Batz y Hun Chouen accedieron a trepar al árbol, pero este crecía a medida que ascendían, milagrosamente hasta alcanzar gran altura. Asustados los hermanos pidieron ayuda a Xbalanquéy Hunahpú y éstos les recomendaron: "Desaten sus taparrabos, enrédenlos de la cadera con un extremo largo por detrás, como cola, y podrán moverse con mayor facilidad". Al hacerlo, Hun Batz y Hun Chouen se convirtieron en monos, por el engaño de sus hermanos menores, Xbalanqué y Hunahpú, pero no fueron olvidados, estos dos monos se convirtieron en patronos de artistas, bailarines y músicos.

Bajar texto completo “Popol Vuh o Libro del consejo de los indios Quichés” gratis en http://www.librodot.com/

Vanesa Aldunate