domingo, 3 de mayo de 2009

El POPOL VUH



Introducción


El Popol Vuh, es la obra literaria más completa entre los mayas. Contiene fragmentos de la cosmogonía, religión, mitología, tradiciones de las emigraciones e historia de los quichés.


Hunahpú y Xbalanqué, los héroes gemelos


Una de las partes que componen el Popol Vuh narra las andanzas de dos pares de gemelos emparentados. Los primeros son hijos de los adivinadores de ceniza, Xpiyacoc y Xmucané, y recibieron los nombres calendáricos Hun Hunahpú (Uno Hunahpú) y Vacub Hunahpú (Siete Hunahpú).
Hun Hunahpú y Vacub Hunahpú eran grandes jugadores que gozaban de los dados y de practicar la pelota en su cancha de piedra con Hun Batz y Hun Chouen, los hijos de Hun Hunahpú. Si bien el juego de pelota está sobre la tierra, es también camino que lleva al mundo subterráneo y sombrío del Xibalbá. Hun Came y Vacub Came (Uno Muerte y Siete Muerte), señores principales del Xibalbá, enfurecieron por el estruendoso ruido que hacían los jugadores de pelota y convocaron a los demonios de la muerte y la enfermedad para decidir como derrotar y dar muerte a los gemelos. Cuatro búhos fueros enviados como mensajeros a la superficie, para invitar a Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú a un juego de pelota en Xibalbá.
El camino a Xibalbá es largo y lleno de pruebas que los gemelos deben sortear: ríos que fluían con grandes corrientes, agudos espinos y un río de sangre. Pasan todas las pruebas y llegan a un lugar donde encuentran una encrucijada con cuatro caminos de cuatro colores diferentes Aquí, los gemelos se equivocan al elegir el negro y allí comienzan sus penurias. Al llegar a Xibalbá saludan a los dioses del inframundo, que en realidad son muñecos de madera vestidos con los ropajes de los señores. Los hombres del Xibalbá reían con ganas, seguros de su triunfo. Ofrecen asiento a HunHunahpú y Vucub Hunahpú en una banca que no es común, sino una laja ardiente.
...y en el banco se quemaron. Se pusieron a dar vueltas en el banco, pero no se aliviaron y si no se hubieran levantado se les habrían quemado las asentaderas. Los del Xibalbá se echaron a reír de nuevo, se morían de la risa.
Como prueba final, los señores del Xibalbá dieron a los gemelos cigarros y ocotes que debían permanecer encendidos sin consumirse durante la noche que habían de pasar en la Casa Obscura. Al amanecer, los dioses de la muerte constataron que los gemelos no habían cumplido su tarea: sus antorchas y cigarros se habían extinguido.
Engañados y derrotados por los señores del Xibalbá, los gemelos fueron sacrificados y se les enterró en el juego de pelota del inframundo. Como prueba de la derrota, los dioses del más allá colocaron la cabeza de Hun Hunahpú en un árbol si frutos. De inmediato el árbol se cubrió de frutos y la cabeza se confundió entre los demás frutos.


El Origen de Hunahpú y Xbalanqué


En el inframundo la doncella Xquic se entera de la existencia de un árbol sin frutos que cuando la cabeza de Hun Hunahpú, uno de los héroes gemelos del Popol Vuh, es colocada en él, este se cubrió de jícaras y Xquic va a verlo. La muchacha se pregunta si será posible cortar algunos frutos y la cabeza de Hun Hunahpú la escucha y contesta diciendo que los frutos no son sino cráneos. Pero la joven pide algunos, sin miedo. Al escupir en su mano, la calavera la preña y le cuenta:
En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia. Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de la carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren espántense los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos, que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un Señor, de un hombre sabio o de un orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del Señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran.
El padre de Xquic nota su embarazo y exige saber quien es el padre. Ella niega haber conocido hombre alguno, pero no convence a su padre, quien decide matarla.
Los búhos mensajeros llevan a la joven hacia el sacrificio pero ella logra ablandarlos y la perdonan. En vez de traer el corazón humeante, regresan con una gran bola de incienso, sangre de los árboles. Al quemar el incienso los señores de la muerte se ensimisman tanto con la fragancia que se olvidaron de los búhos, quienes conducen a la muchacha hasta la superficie de la tierra. Es así como fueron engañados y derrotados por la doncella los señores de Xibalbá.
Al llegar a la casa de Xmucané, madre de los gemelos asesinados, Xquic declara que su nuera, esposa de Hun Hunahpú, pero la mujer la rechaza, pues cree que sus hijos han muerto y no quiere saber nada de la doncella preñada. Sin embargo, la envía a la milpa de Hun Batza y Hun Chouen a traer una red de maíz, a sabiendas de que en el lugar no hay una sola mata de maíz. Ella regresa con la red llena de mazorcas y así prueba ser la esposa de Hun Hunahpú.
Xquic dio a luz a los hermanos gemelos Hunahpú y Xbalanqué, a quienes su abuela no quería, a pesar de ser hijos de Hun Hunahpú –al igual que Hun Batz y Hun Chuen, sus hermanos.
Mientras estos bailaban, ejercían finas artes y música, Hunahpú y Xbalenqué vagabundeaban por los bosques y mataban animales con sus cerbatanas. Los malvados hermanos mayores les arrebataban su caza y sólo les dejaban huesos y sobras.
Un día, los gemelos regresaron con las manos vacías y dijeron a sus hermanos que los pájaros heridos habían quedado trabados en los árboles. Hun Batz y Hun Chouen accedieron a trepar al árbol, pero este crecía a medida que ascendían, milagrosamente hasta alcanzar gran altura. Asustados los hermanos pidieron ayuda a Xbalanquéy Hunahpú y éstos les recomendaron: "Desaten sus taparrabos, enrédenlos de la cadera con un extremo largo por detrás, como cola, y podrán moverse con mayor facilidad". Al hacerlo, Hun Batz y Hun Chouen se convirtieron en monos, por el engaño de sus hermanos menores, Xbalanqué y Hunahpú, pero no fueron olvidados, estos dos monos se convirtieron en patronos de artistas, bailarines y músicos.

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Vanesa Aldunate